No te asombres porque he vuelto, ni me mires asustada. Lo pensé tranquilamente, antes de volver aquí. Y aunque estoy en mi derecho, no he venido a hacerte nada, nada más que a preguntarte, ¡qué tenés que hablar de mi! Vos sabes que yo no he sido, ni cobarde, ni malvado, sin embargo todos hablan de lo que yo nunca fui. Y lo peor, lo más terrible, lo que me tiene amargado, es que seas vos quien siembra lo que dicen por ahí.
Quién te puede haber querido tanto, tanto como yo. Vos sabés lo que yo hice para hundirme en el olvido por tu amor, tu mal amor. Si te queda un resto de alma, por lo mucho que sufrí, contestame francamente, cara a cara, así de frente, ¡qué tenés que hablar de mi!
Sin embargo vos has hecho de que todos me creyeran el cobarde y el malvado que sabés que nunca fui. Yo tendría que vengarme y que todos lo supieran, pero yo no puedo hacerte lo que vos me has hecho a mi. Yo me fui y a nadie dije, lo que hubo entre nosotros. Yo sabía el bien que hacia, para mi y para vos. Porque la desgracia de unos, es la risa de los otros, y yo no quise que nadie se burlara de los dos.