Me sorprendió que te fueras, y nada más, y me encerré en un silencio, en un amargo silencio que fue, quizás, donde nació mi tormento. Porque la pena que tarda para llegar, es la más cruel de las penas. Habré pasado callado, para gritar lo que se quiere olvidar.
Y ya no puedo con mi soledad, porque te quiero cada día más. Acobardado, desorientado, con esta vida sin color, perdida. Oigo tus pasos donde ya no están, busco tus manos y en mi loco afán, atormentado, desesperado, sólo me importa que te quiero más.
Aunque presiento y pregunto por que razón debo vivir como vivo. Es un pedazo de angustia mi corazón que ya no piensa conmigo. Empecinado en su pena, sin tu calor siento que estás dentro mío, como una herida mordida por el dolor, como la cruz de este amor.