El abuelo un día cuando era muy joven allá en su Galicia, miró el horizonte y pensó que otra senda tal vez existía. Y al viento del norte que era un viejo amigo, le habló de su prisa, le mostró sus manos que mansas y fuertes, estaban vacías, y el viento le dijo: ""Construye tu vida detrás de los mares, allende Galicia"".
Y el abuelo un día en un viejo barco se marchó de España. El abuelo un día, como tantos otros, con tanta esperanza. La imagen querida de su vieja aldea y de sus montañas se llevó grabada muy dentro del alma, cuando el viejo barco lo alejó de España.
II
El abuelo un día subió a la carreta de subir la vida. Empuñó el arado, abonó la tierra y el tiempo corría. Y luchó sereno por plantar el árbol que tanto quería. Y el abuelo un día lloró bajo el árbol que al fin florecía, lloró de alegría cuando vio sus manos, que un poco más viejas no estaban vacías.
Y el abuelo entonces, cuando yo era niño, me hablaba de España, del viento del norte, de la vieja aldea y de sus montañas. Le gustaba tanto recordar las cosas que llevo grabadas muy dentro del alma, que a veces callado, sin decir palabra, me hablaba de España.
III
El abuelo un día, cuando era muy viejo, allende Galicia. Me tomó la mano y yo me di cuenta que ya se moría. Y entonces me dijo, con muy pocas fuerzas y con menos prisa, ""prométeme, hijo, que a la vieja aldea irás algún día, y al viento del norte dirás que su amigo, a una nueva tierra le entregó la vida.
Y el abuelo un día se quedó dormido sin volver a España. El abuelo un día, como tantos otros, con tanta esperanza. Y al tiempo al abuelo lo vi en las aldeas, lo vi en las montañas, en cada mañana y en cada leyenda, por todas las sendas que anduve de España.