Ven Manolo... no llores por esa prostituta que te ha quebrado el rumbo. Yo se bien que es muy duro, pasados los cuarenta, perder el corazón. Pero tú no estas solo, yo siempre fui tu amigo y quiero rescatarte; no llores como un niño... demuestra que eres hombre... ¡a la mierda el dolor!
Ven Manolo no llores... y menos en la calle que te ve todo el mundo. La gente no comprende, -ni falta que les hace-, saber de tu dolor. Vámonos e intentemos que tus penas se sientan vencidas y olvidadas; en alguna taberna, habrá copas de sobra, para ahogarlas mejor.
Aún tengo mi guitarra, si quieres la despierto y empezamos la fiesta como cuando la vida nos dio esos veinte años que ya no volverán. La ciudad será nuestra, como en aquellos tiempos de sincera bohemia que embriagados de noche, vagamos sus calles, para oírla cantar.
Ven Manolo, no llores, no mendigues cariño a quien no sabe darlo; ya verás que la vida, más tarde o más temprano, le paga su valor... y basta ya de llantos, levanta tus cien kilos y vámonos de ronda... aunque recién empieza... bebámonos la noche hasta que salga el sol.
Ven Manolo, no llores... vámonos a un casino... tengo fe en el catorce; Tal vez tengamos suerte y con cuatro monedas ganemos un montón. Con la bolsa bien llena, ya verás como entonces tenemos compañía y aunque por poco tiempo, debe ser divertido jugar al gran señor.
Sobre una idea de Jacques Brel
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