¡Araca, corazón... callate un poco y escuchá, por favor, este chamuyo! Si sabés que su amor es todo tuyo y no hay motivos para hacerse el loco, araca, corazón, callate un poco.
Así cantaba un pobre punga que a la gayola por culpa de ella fue a descansar, mientras la paica con sus donaires por esas calles de Buenos Aires se echó a rodar.
Mas como todo se acaba en esta vida una tarde salió de la prisión, y al hallarla le dijo el pobre punga "¡Volvé otra vez conmigo, por favorl"
"Volver no puedo" dijo la paica… "El amor mío ya se acabó". Pasó una sombra, cruzó un balazo, cayó la paica y una ambulancia tranquilamente se la llevó.
Y nuevamente en las horas de la noche, cuando duerme tranquilo el pabellón, desde la última celda de la cárcel se oye cantar del punga esta canción.
¡Araca, corazón... callate un poco y escuchá por favor este chamuyo! y no hay motivos para hacerse el loco, Si sabés que su amor nunca fue tuyo araca, corazón, callate un poco.