Han pasado tres años desde el día que detrás de otro sueño se perdió, y en el fondo de mi alma todavía vive presa la imagen de su amor. Y al adiós de su loca despedida aun me tiembla de angustia el corazón.
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, yo no persigo el dinero, ni la gloria ni el amor, soy un dejao de tu mano, y solamente te pido olvido, olvido y olvido para mi viejo dolor.
La he buscado, Señor, mas vano empeño: ya se cansan mis piernas, no doy más, ¡qué dolor el sentirse pordiosero de un mendrugo de amor y de piedad! La he buscado, Señor, mas todo en vano: nunca más, nunca más la pude hallar.