Las viejas conversadoras se ocupan de Margarita y dicen que, aunque es bonita, con ella nadie se va a casar. Son esas calumniadoras que viven cortando yuyos; no lavan los trapos suyos y los ajenos quieren lavar.
Porque fíjese usté que chismosas serán al decir que a mi hijita la vieron con Juan. Cuando saben muy bien que su novio es Ramón, porque así lo ha dispuesto el mismo patrón...
Por eso yo nunca quiero hablarles ni por capricho. No digan que yo lo he dicho ¡soy enemiga de conversar!... A la hija de Doña Rosa y al hijo de Doña Malva, los vide detrás de una parva... ¡Callate, lengua... no quiero hablar!
Y la hija de don Felipe casada con «Luiyi» el gringo que diga por qué el domingo salió del rancho del capataz. Y cuente la vieja Pancha qué se hizo de su hija María, y el novio que ella tenía... ¡Callate, lengua... no quiero hablar!