¡Mamita!... Yo sé que mi culpa no tiene disculpa, no tiene perdón. ¡Mamita!... Pero usted que es buena comprende la pena de mi corazón.
No he querido escuchar sus consejos y más fuerte que mi voluntad fue este amor que golpeándome el pecho me arrastró por la senda del mal. Y hoy que sola en el mundo me veo y el infame de mí se burló con el alma transida le ruego que perdone mi falta Dios.
¡Mamita!... Yo sé que mis males horribles martirios la hicieron llorar. ¡Mamita!... Por eso es que quiero mamita en sus brazos mi falta olvidar.