Cubierta de pelos de gato se despierta, contándole a su vida lo que le sucedió. No tiene ni puta idea de cómo subió las escaleras, y mirando la almohada vió la cara de un cualquiera que se tiró, y le dejó unas llaves, una nota y un adiós. Y antes de salir se desayuna la primera, que ya estaba puesta antes de que saliera el Sol, sueña diez segundos que el que le abrió la puerta cuando llegue de trabajar le tendrá puesta la mesa. Y una lágrima amarga recuerda que se está metiendo a vieja y que la Luna le aconseja que se olvide del amor, que no hay sitio en la miseria, que en su vida ha sido de nadie compañera. Y a la vuelta, el viento le acompaña hasta su celda, que no es más que ella misma en su salón, sin nadie a quien contarle batallitas de farol que ella inventa para olvidar el dolor. Y una lágrima amarga recuerda que se está metiendo a vieja y que la Luna le aconseja que se olvide del amor, que no hay sitio en la miseria, y que en su vida ha sido de nadie compañera.