Salve, hermano lobo, perdido en el desierto, saciaste tu apetito, una vez más contento y vuelves con la panza y el hocico satisfechos, no hay nada que te aleje del instinto, lobo viejo.
Salve, hermano lobo, te espera la manada, podrás contarnos todo o no decirnos nada. Acaso la inocencia de tus patas lastimadas disculpen tus bravatas y te ponga en paz el alma.
Hermano lobo quién puede decir cuál es tu piel si vistes de cordero y lo haces bien. Qué dulce tu mirada y qué sensual tu condición, la abuela en el armario y tú al colchón. No esperes que te crea trolerón.
Salve, hermano lobo, de Washington a Rusia proclamas a tu modo tu dignidad, tu astucia. Fue dura la pelea contra el oso carnicero, venciste aunque pasaran otra vez sobre el conejo.