Otra vez está el futuro enrojecido en la trágica pantalla de la tele y a mi lado está mi hijo estremecido con preguntas que me acosan y me duelen...
Es que anoche se durmió en una trinchera entre gurkas y marines sanguinarios y creyó que por el ruido de sus botas andarían merodeando por el barrio...
Invadiendo las hamacas de las plazas destruyendo los juguetes de su pieza con su clásico manual de iniquidades, los soñó con sus misiles y hamburguesas...
Me pregunta por los pibes de esta tierra y en qué cosas pensará la gente grande cuando se habla del absurdo de la guerra y de toda esta miseria que se expande.
Yo también tengo ese miedo cuando pienso en mis calles, en la gente que yo quiero por si un día despertamos aturdidos con la vida convertida en noticiero...
Esta queja y el reclamo que yo exijo es por toda la basura que nos dejan en la puerta de este siglo que amanece y en el tibio porvenir de nuestros hijos…