Tal vez un viejo sacristán Se reviró con su sermón De compadritos y arrabal Y le mandó la inquisición.
Y se piantó de polizón Oyendo el canto de la mar Y en su destierro se olvidó del alemán.
Un barco lo dejó Varado en el umbral De un ispa cafetín Con sueños de percal. Un tano de acordeón Y un ruso de violín Le hicieron con unción Un alma de escarpín... Lo bautizó el “esplín” En charcos de malvón...
Al hombre gris de la ciudad Lo fue metiendo en su pulmón Y dios le dijo al despertar: "- te llamaremos bandoneón -".
Su negra tos de callejón Lloró una curda de alquitrán Goteándole en el corazón su soledad.
Un barco lo dejó Varado en el umbral De un ispa cafetín Con sueños de percal... Y al verse el bandoneón De piel y lagrimal A un gordo bonachón Y a un astor sideral Les hizo un berretín Y un cielo de gotán.