Orador: María por su parte en aquellos días se puso en camino, se fue de prisa a la montaña, a una ciudad desolada. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María el niño saltó en su seno e Isabel fue llena del Espíritu Santo y dijo a grandes voces:
Orador: Bendita tú entre las mujeres. Bendito el fruto de tu vientre.
Orador: Bendita tú entre las mujeres. Bendito el fruto de tu vientre y feliz la que ha creído que se cumplirán las cosas que se le han dicho de parte del Señor. Y dijo María:
Coro: Glorifica mi alma el Señor y mi espíritu se regocija en Dios, sin merecerlo me escogió y dichosa me llamarán en toda generación.
Orador: Porque hizo en mí cosas grandes el Todo Poderoso cuyo nombre es Santo, Su misericordia de generación en generación para los que Le temen. Desplegó el poderío de Su brazo y dispersó a los engreídos en el pensamiento de sus corazones. Derribó a los poderosos de sus tronos y levantó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y a los ricos despidió vacíos. Tomó de la mano a Israel, Su siervo, acordándose de Su misericordia como lo prometió a nuestros padres, Abraham y su descendencia para siempre.
Coro: Desplegó el poderío de Sus brazos, derribó a los poderosos de sus tronos, levantó con Su fuerza a los humildes, repartió alimentos a los hambrientos. La justicia apareció a cielo abierto.