Me gusta de vez en cuando prienderme en un bordoneo, por que bordoneando veo que ni yo mismo me mando. Las cuerdas van hilvanando lo mejor del sentimiento y en el trotecito lento de una milonga campera va saliendo campo ajuera lo mejor del sentimiento.
Ninguno debe pensar que vengo en son de revancha, no es mi culpa si en la cancha tengo con que galopear. El que me quiera ganar ha de traer buen parejero, yo me quitaré el sombrero por que así me han enseñao y me doy por bien pagao dentrando atrás del primero.
Siempre en voz baja he cantao por que gritando no me hallo, grito al montar a caballo si en la caña me he bandeao pero cantando un verseao donde se cuenten quebrantos apenas mi voz levanto para cantar despacito que el que se larga a los gritos no escucha su propio canto.
Toda la noche he cantao con el alma estremecida. El canto es la vieja herida de un sentimiento sagrao. A naides tengo a mi lao por que no busco piedad, disprecio la caridad por la vergüenza que encierra. Soy como el león de la sierra vivo y muero en soledad
Si la muerte traicionera me acogota a su palenque háganmen con dos rebenques la cruz de mi cabecera. Si muero en mi madriguera mirando los horizontes no quiero cruces ni aprontes ni encargos para el eterno tal vez pasando el invierno me dé sus flores el monte.
Compositor: Hector Roberto Chavero (Atahualpa Yupanqui) ECAD: Obra #4114293