Pongo en tus manos el pan y el vino sobre la mesa, alegrías y tristezas en dos se compartirán. Dos como el agua y la sal, dos como el fuego y el viento, y al decirte lo que siento una lágrima resbala como se escapa una bala de fusil del sentimiento.
El hombre es un pasajero que anda buscando encontrarse, mirándose en los espejos que podrían reflejarle una imagen de guerrero, de intelectual o bandido, de alguien que anda escondido y que no muestra la cara. Qué actitud tan inhumana la del humano consigo.
Las cartas sobre la mesa para empezar a opinar sobre el destino final del hombre sobre la tierra. Yo pienso que será en guerra, la experiencia lo demuestra, como botón una muestra lo que pasa en el Oriente, se matan entre parientes, parecen fieras hambrientas.
Sucede que ni el amor, que es sentimiento sagrado, al hombre le causa agrado y en su afán por destruir llegará el día al fin que entre gritos y dolores se acaben niños y flores, mariposas y esperanzas y él mismo entierre su lanza en este jardín de horrores.