Pareciera que las acciones duermen, debajo de una pila de palabras aburridas, aplastadas por periódicos mojados, que cubren al linyera del roció matutino.
Me provoca la incansable salida del sol, que provoca la incansable salida del sol.
Suponiendo que las ideas caen, detrás de laberínticos, y enormes anaqueles, bibliotecas apestadas de nombres, de grandiosos creadores, de historias memorables.
Que intentaron generar un mundo mejor, no encontraron trofeos pero si inquisición.
Yo pensaba que los libros encerraban, esas almas entregadas a la búsqueda absoluta, aplicando su energía y su genio, para alborotar las vidas de los seres que vendrían.
Exentos de arte y también de amor, atestados de dioses pero sin religión.
Sin embargo esta vida sin olvido, del aroma de una flor que renace en el granito, yo percibo que hoy se cansó hasta el viento, y la lluvia pone música a los tristes pensamientos.
Y el linyera se ríe de la gente infeliz, consumiendo su vino sin futuro ni fin.
Y el linyera se ríe de la gente feliz, brindo por el fracaso y no... se quiere ir.