Ay, lento voy, qué lento voy. Por la borda vierto mi egoísmo, con el optimismo de ver si ahora avanzo mejor y sin él, quedo sin defensas al terrible y dulce roce de tu piel. Dime ahora, no calles, confiesa cómo descubriste dónde me ibas a doler.
Qué lento voy, bien lento voy. Dónde diablos se perdió mi prisa o es que fue tu risa cleptómana quien la robó. Eres el castigo del destino o eres el camino justo de la salvación. Jugador que acabó como pieza, el perfecto proyecto del gran perdedor.
Ya andaría goloseando en otros besos, de esos que de ilesos, ahora no saben a nada. Recogiendo placeres y cuentos como al descuido, caídos de anónimas faldas. Ya andaría libre como el viento, siendo un elemento de la madrugada, si no fuera por lo que yo siento cuando tú me faltas.
Ya bohemio siempre a todo gusto, de locuras ebrio y el alma bien desaliñada, confirmando que el amor no es eso sino cuatro letras que andan desorganizadas. Si supieras todo lo que has hecho, todo lo que llenas, todo lo que matas. Si no fuera por lo que yo siento cuando tú me faltas.