Yo sé que aunque tu boca me enloquece besarla está prohibido sin perdón. Y sé que aunque también tú me deseas, hay alguien interpuesto entre los dos. Quién pudo presentir que el verdadero amor nos golpearía de este modo el corazón; ya tarde, cuando estamos sin remedio, prisionero de la equivocación!
El deseo nos junta y el honor nos separa... y aunque amar no es disculpa, que salve de culpa, el amor... tu destino es quererme, mi destino es quererte. Y el destino es más fuerte que el prejuicio, el deber y el honor...
De otro brazo andarás por la vida, pero tu alma estará donde estoy... Por prohibido que sea que en mis brazos te tenga! En el mundo no hay fuerza que pueda prohibir que te quiera... y me mate este amor.
No es culpa si la vida en su designio cruzó nuestros caminos al andar. Ni es culpa si este amor que está prohibido ha entrado en nuestras almas sin llamar. Debemos doblegarnos y sufrir los dos por esta amarga y más que cruel separación... Mas nunca el corazón podrá, aunque queriendo, renunciar al derecho de este amor.