Me derramas en tu curso trepidante y fluyendo confiada, te navego para flotar, adormecida, en tus remansos y zambullirme sin temor, en tus descensos.
En un delta intemporal me desembocas como gota que ha colmado tus anhelos y arramblando un mar que es todo plenitudes, desbordamos, amor, al momento.
Agua que conduces y derivas, agua que has de beber. Agua que te sane las heridas, ha de correr.
Chapoteando en mis humores se despliegan las encias que atesora el sentimiento y con un manto de verdor, a borbotones, van trasmudando, a nuestro paso, los desiertos.
Reversibles en las fuerzas que nos llevan a desaguarnos por miríadas de tiempo. Tú sustentas mi presencia permeable, Yo, con sutilidad, te moldeo.
Agua que conduces y derivas, agua que has de beber. Agua que te sane las heridas, ha de correr. Agua que lamiendo tus orillas, te pondrá a reverdecer. Agua que te sane las heridas, ha de correr.