¡Barrio de Belgrano! ¡Caserón de tejas! ¿Te acordás, hermana, de las tibias noches sobre la vereda? ¿Cuando un tren cercano nos dejaba viejas, raras añoranzas bajo la templanza suave del rosal?
¡Todo fue tan simple! ¡Claro como el cielo! ¡Bueno como el cuento que en las dulces siestas nos contó el abuelo! Cuando en el pianito de la sala oscura sangraba la pura ternura de un vals.
¡Revivió! ¡Revivió! En las voces dormidas del piano, y al conjuro sutil de tu mano el faldón del abuelo vendrá... ¡Llamalo! ¡Llamalo! Viviremos el cuento lejano que en aquel caserón de Belgrano venciendo al arcano nos llama mamá...
¡Barrio de Belgrano! ¡Caserón de tejas! ¿Dónde está el aljibe, dónde están tus patios, dónde están tus rejas? Volverás al piano, mi hermanita vieja, y en las melodías vivirán los días claros del hogar.
Tu sonrisa, hermana, cobijó mi duelo, y como en el cuento que en las dulces siestas nos contó el abuelo, tornará el pianito de la sala oscura a sangrar la pura ternura del vals...