Habanera del tiempo que era como la rosa de aquel percal, prendida al ruedo de la pollera de la morocha sentimental...
Habanera que siempre espera la misma luna sobre el fangal, y era compadre de pendenciera, de pendenciera como un puñal...
¿Qué tal... si bailamos así, taconeando? ¿Qué tal? Igual, igual que en los bailes de aquel Carnaval... ¿Qué tal... si de paso le doy un abrazo? ¿Qué tal? Y en señal de copada, con una sentada... (Hablado: así...) le damos final...
Habanera, la retrechera que se bailaba de corazón. Ellos usaban la bigotera y ellas meneaban el polizón...
Habanera, la verdadera que en el bailongo del corralón, era perfume de enredadera y era quebrada de compadrón...