Era un sueño de palmeras las caderas bajo al son de la rumba, la macumba y el bongó. Era ingrata la mulata, bailarina maragata con su bata de escarlata tentación.
O el misterio de sus labios que eran sabios al besar o la luna de aceituna frente al mar. Sólo sé que en la alborada la arrastró la mulatada trás la ronda alucinada del compás.
Lejano cielo, del amor y del desvelo mulata en celo, piel canela y azafrán, bailó en tu falda y rodó en el tobogán con la danza sincopada que golpeó la mulatada sobre el parche del tantán.
Sólo sé que en la alborada la arrastró la mulatada con el golpe del compás.