Fue tu sombra oscura... Fue el castigo de tu adiós... Fue esta ausencia de ternura que me amarra a la tortura de tu voz... Qué fatal encanto me encadena a tu desdén, cuando grito hasta el quebranto... ¿Para qué te quiero tanto, para qué?
Para qué te quiero tanto si no puedo ser feliz, si vivir es un espanto... si al morir te llevo en mí. ¡Tu amor!... ¡Tu amor!... traidor que una vez dejó entre mis cenizas sus brasas y se fue... ¡Tu amor!... ¡Tu amor!... Que clamo desde aquí, cuando oigo que tus risas se burlan de mí...
¡Cuánto mal me hiciste!... Llueve siempre en el ayer, con la lluvia mansa y triste de la tarde en que te fuiste sin volver... Fue tu sombra oscura... Fue el castigo de tu adiós... Y es la hiel de esta amargura que me amarra a la tortura de tu voz.