Siempre esta tortura que me apura, y el dolor tremendo que llevo en mí. Soledad del alma en la aventura de nunca haber llegado, de vivir partiendo... Rumbos que perdí.. Nombres que no están, cosas que se van muriendo... Con este presentir de rumbo incierto, sin saber sobre qué puerto quiero morir...
Porque ya sé que es en vano todo. Que mi tortura es como un negro lodo que mancha toda la ilusión, que niega toda la razón, que me condena sin perdón a la partida... Y sé que en ello se me va la vida, que está sangrando mi alma por la herida, que no tengo esperanza ni consuelo, y está de duelo mi corazón...
Tuve cien amores, y en olvidos castigó mi mano jamás feliz... Maldición de andar por los caminos detrás de algún arcano ventanal lejano... Siempre un malecón... Siempre algún andén... Siempre un viejo tren que espera... Tortura de llevar una quimera, que es locura, que es hoguera, que es maldición...