Se apagó su alharaca porteña con el último piano tristón; una tarde lejana y trigueña, por las eses de aquel callejón... y un perfume de menta y de albahaca y una mano cerrando el portón, y un pesado rodar, triqui, traca, llorón, que se fue por las calles de Dios...
Triqui, traca, traca con su perfume de albahaca... triqui, traca, traca, lejana está la barraca. Triste, lo espera en la esquina, la vieja neblina y el viejo farol... su paso de caracol... triqui, traca, traca...
Era un poco del loco extramuro que se hamaca en la tarde perdiz, con las casas bajitas y el muro, y un silencio vestido de gris... ya no grita vendiendo su albahaca, ya no saca en la faca su voz, ya no está como ayer, su alharaca feliz, que se fue por las calles de Dios.