Hay algo en la casa que dice de todo lo que fuera tuyo y que ya no es, hay algo que vaga por las piezas tristes desde que te fuiste para no volver. Parece que siempre está tu recuerdo obstinadamente persiguiéndonos tu visión, a veces, se enmarca en la puerta a la luz incierta de alguna oración.
Mamá, la dulce voz del recuerdo. Mamá, palabra de devoción, y hoy la decimos tan tristes que el alma se viste de desolación, los pibes lloran y olvidan los hombres no olvidan ni lloran, señor.
Mi vida de pobre muchacho bohemio que hace su vida de loco y cantor hoy tiene el amable recuerdo a esos días en que parecía que era nuestro el sol. Cuando vos, la buena madrecita santa, bendecías todo con sólo mirar hoy estamos tristes y en el pensamiento el convencimiento que no volverás.
¿Y tu voz?, la dulce vocecita amiga está en el oído, tan clara y cabal, que a veces parece que nos han llamado y nos ha engañado la idea fatal. Te soñamos siempre, madrecita nuestra, recordamos siempre tu menor acción, tu visión, a veces, se enmarca en la puerta a la luz incierta de alguna oración.