La más bonita del barrio salió para el almacén sintiendo que a su costado alguno le hacía el tren. Palpitó el apuntamento y los pasos apuró quiso correr pero el mozo entró a jugar y copó
Tenorio del suburbio que está engrupido que por él, las pebetas viven chaladas. y alardea de triunfos que ha conseguido con mujeres, en timbas y a puñaladas. El barrio lo respeta y entre la barra, lo que él diga, se puede dar por sentado; bailarín y buen mozo, sale de farra y corre con los gastos organizados.
Pero a la moza su fama no lo puede entusiasmar hay otro a quien ella ama y no le puede fayar. Y aunque en varias ocasiones airada lo rechazó, él sigue en sus pretensiones porque jamás se achicó.
Y él le pide de nuevo que sea buena, que ponga sol de amores en sus mañanas, que vea cómo sufre su enorme pena, sin tener el consuelo de una esperanza... Y viendo que ella no le contesta, hace cruz con los dedos que después besa. "Pensalo bien -le dice- sino por ésta, te marcaré la cara de oreja a oreja".
Y una noche hecha de luna se entristeció el arrabal... sintética noche triste de crónica policial. Porque la horrible amenaza se cumplió cobarde y cruel: la moza lleva una marca por seguidora y por fiel.