¡Hey!, sabes que yo quería ser distinto, quería ser mejor, quería distinguirme de toda la gente, quería ser el más, el más diferente.
Venía de tan lejos, de un pueblo olvidado, izaba la bandera de los desamparados, gritaba por justicia, gritaba por verdad, gritaba todo el tiempo por la libertad.
Y un día me dí cuenta que estaba en el lugar que había soñado, yo no era el salvador que habían esperado, yo no era como Dios, yo era como el diablo.
¿Pero que te pasó?. ¿No te acordás?. Nosotros te pusimos allí donde estás, nosotros te creímos, nosotros te seguimos, las marcas de tus pasos no se ven en el abismo.
El país. El país. El país que nosotros vemos no tiene la raíz como la queremos.
Preferimos ser pobres pero liberados, no tener las lágrimas de los esclavos. Preferimos saber que somos de abajo, no pedimos limosna, queremos trabajo, para defender a nuestra bandera, la celeste y blanca lo único que nos queda.
Pero que quede claro: Queremos la paz. Siempre, antes que nada, queremos la paz. Pero la paz del pueblo, no la de los gobernantes, lo único que quieren es que nadie se levante.
Pero tené cuidado que un día de estos vamos a salir todos a la calle, nos vamos a juntar todos en la Plaza y vamos a unir la poca esperanza.
Sumaremos más de treinta millones, gritando al mismo tiempo, mujeres con hombres. Y se desatará un viento huracanado, las copas de los árboles aprueban el llamado.