Me acuerdo de los salvajes que te mostraban los libros, cuidaban a sus ancianos, eran su tesoro más preciado.
Eran animales, dijeron los barcos, hay que domesticarlos para poder exterminarlos.
El hijo de Nube Negra mirĂł asombrado como mataban a su padre esos soldados, y como el pueblo entero fue esclavizado y como todos sus dioses lo abandonaron.
Como nadie sabĂa lo que pasaba, todo lo que pensaron se equivocaban. No eran reyes que venĂan desde el cielo y ahora toda la Tierra está de duelo.
PasĂł tanto tiempo, la herida sigue abierta, las venas del nativo son las sogas que atan nuestro camino.
Pero un dĂa de otoño ellos volvieron, gritaron por altavoces que eran los dueños. Ahora el enemigo no es extranjero, y el hijo de Nube Negra es guerrillero.
Como nadie sabĂa lo que pasaba, todo lo que pensaron se equivocaban. No eran reyes que venĂan desde el cielo y ahora toda la Tierra está de duelo.
Como nadie sabĂa lo que pasaba, todo lo que pensaron se equivocaban. No eran reyes que venĂan desde el cielo y ahora toda la Tierra está de duelo.