En las calles de Ciprés veinticuatro, interior tres, vive Apolonia con su tío y con su abuelita. Si en la tarde tu la veis, como al filo de las seis, sale arreglada con su cara chapeadita.
Y ahí está el pobre de Manuel con su dulce y su clavel, pero Apolonia con Andrés tiene una cita. Apolonia, ¿qué le ves? Deja ya a ese tal Andrés que te trae de la gamarra el corazón.
Mira al pobre de Manuel: no hay hombre más limpio que él, es bañero, muy honrado y chambeador.¡No, no, no y no! Y ahí te va la muy bartola por las calles de Ciprés corriendo ciega; la alameda se halla sola porque el bruto del Andrés nomás no llega.
Es candil de esos lugares, se la pasa en los billares, es un vago en "pool bolita", y ahí está espera que te espera como una piedra cualquiera Apolonia la bonita.
La ansiedad de la chamaca por cruel llanto se trocó, ¡muchacha local! y ahí te viene de regreso sin haber probado el beso que pudo manchar su boca.
Apolonia, ¿qué le ves? Deja ya a ese tal Andrés que te sigue agorzomando el corazón. No soy cuate de Manuel, ni tengo nada con él; pero… dale un chance mi Apolonia, ¡no hay qué ser!