La vecinita de enfrente no, no, no tiene los ojos grandes. Ni tiene el talle de espiga, no, no, ni son su labios de sangre. Nadie se acerca a su reja, nadie llama en sus cristales. Que s贸lo el vieno de noche es quien le ronda la calle. Y los ni帽os cantan a la rueda, rueda. Esta triste copla que el viento le lleva. A la Lima y al Lim贸n, tu no tienes quien te quiera. A la Lima y al Lim贸n, te vas a quedar soltera. Que penita y que dolor. Que penita y que dolor, la vecinita de enfrente soltera se qued贸. Solterita se qued贸. A la Lima y al Lim贸n. La vecinita de enfrente no, no, nunca pierde la esperanza. Y espera de noche y d铆a, si, si, a quel amor que no pasa. Se han casado sus amigas, se han casado sus hermanas. Y ella compuesta y sin novio se ha quedado en la ventana. Y los ni帽os cantan a la rueda, rueda. El mismo estribillo que el viento le lleva. A la Lima y al Lim贸n, tu no tienes quien te quiera. A la Lima y al Lim贸n, te vas a quedar soltera. Que penita y que dolor. Que penita y que dolor, la vecinita de enfrente soltera se qued贸. Solterita se qued贸. A la Lima y al Lim贸n. La vecinita de enfrente si, si, a los treinta se ha casado, con un se帽or de cincuenta, si, si, que dicen que es magistrado. Lo luce por los paseos, lo luce por los teatros. Y va siempre por la calle cogidita de su brazo. Y con iron铆a siempre tararea, el mismo estribillo de la rueda, rueda. A la Lima y al Lim贸n, que ya tengo quien me quiera A la Lima y al Lim贸n, que no me qued茅 soltera. Ya mi pena se acab贸. Ya mi pena se acab贸, que un hombre llam贸 a mi puerta y le d铆 mi coraz贸n, y conmigo se cas贸. A la Lima y al Lim贸n.