Sale, loco de contento con su cargamento para la ciudad, ¡ay! para la ciudad. Lleva en su pensamiento todo un mundo lleno de felicidad, ¡ay! de felicidad. Piensa remediar la situación del hogar que es toda su ilusión así.
Y alegre, el jibarito va cantando así, diciendo así, pensando así por el camino, si yo vendo la carga, mi Dios querido, un traje a mi viejita voy a comprar.
Y alegre, también su yegua va al presentir que su cantar es todo un himno de alegría, y en eso le sorprende la luz del día y llegan al mercado de la ciudad.
Pasa la mañana entera sin que nadie quiera su carga comprar, ¡ay! su carga comprar. Todo, todo está desierto, el pueblo esta desierto de necesidad, ¡ay! de necesidad.
Se oye este lamento por doquier, en mi desdichada Borinquen sí. Y triste, el jibarito va, pensando así, diciendo así, llorando así por el camino, qué será de Borinquen mi Dios querido, qué será de mis hijos y de mi hogar.
Borinquen, la tierra del Edén, la que al cantar, el gran Gautier, llamó la Perla de los Mares, ahora que tú te mueres con tus pensares, déjame que te cante yo también. Yoooo, tambiéeeeeeeen.