Cada atardecer mis sentidos se encienden por ella, la extraña chica de botas rojas me roba la vida. Entre un mar de gente, tan sola y distinta la veo pasar.
Se cruzan las miradas que guardan tan dentro una herida, ni siquiera aún sé cuál es su nombre, en mis versos la llamé María.
María es la luz que espero cada atardecer, María es la estrella que soñé. María es mi gran secreto, un nombre de mujer, María es mi dueña.
La chica de las botas rojas, la que a mi corazón desboca sin conocerla. Siempre acompañada de un libro que lee sentada al sol. El brillo de sus ojos refleja una historia escondida.
A la brisa pregunté su nombre, y un susurro dijo que María. María es la luz que espero cada atardecer.
La chica de las botas rojas, la que a mi corazón desboca. Perfume de mis fantasías, oasis de melancolía.
La chica de las botas rojas, el manantial de mi sequía, el ángel que escapó del cielo. La que estremece mis sentidos con un adiós sin despedida.
La chica de las botas rojas; me iré a buscarte, me iré a buscarte, y a conquistarte.