Hay un dicho que cuenta la gente de aquĂ: "No debes marchar si una rosa ha de llorar."
Yo ya descubrĂ que tan sĂłlo una vez puedes confundir el amor con el placer, el placer, el placer, el placer, los labios de una mujer, y de mi ventana ver cuando el sol va a nacer.
Esas piedras que sostenĂan a mi hogar se han ganado ya el derecho a descansar.