Quemando un rastro de nube bajaba el sol de la tarde como buscando, cobarde, esconderse entre las sombras. El pasto es la verde alfombra que me inspira madrigales.
Quemando un rastro de nube te encontré por las trincheras medio'el humo de los cuetes bailando la chacarera. Costumbres son de mi pago al terminar las cuadreras.
Te dije no sé qué cosas que me salieron de adentro retozando de contento mi corazón galopaba y un fuego que me quemaba se transformó en sentimiento.
Santiagueña, amor de siempre, te conocí en las trincheras bailando la chacarera medio'el humo de los cuetes. Tu risa me trajo suerte, la guardaré hasta que muera.
Quien iba a decir, mi moza, encontrarte en mi camino. Si son cosas del destino, bendigo a Dios ese dia. El alma más se porfía cuando ama lo que es prohibido.
Un vuelo de golondrinas tirando besos al cielo, en la seña de un pañuelo anunciando mi partida. No llores por mí, querida, que todo lo cura el tiempo.
En el vuelo de tu enagua quedó prendido mi sueño. La prenda que yo más quiero no se ha de morir de antojo. Aunque digan no sus ojos, el sí le brota del pecho.
Santiagueña, amor de siempre, te conocí en las trincheras bailando la chacarera medio'el humo de los cuetes. Tu risa me trajo suerte, la guardaré hasta que muera.