Querés al perro y la mitad, el deseo es mortal y nos mantiene en esta vida (nunca pude así escuchar). Querés al Che Guevara y cuando lo tenés
la barba le quisieras afeitar... Querés estadios sin la radio, multitudes sin caretas recitales como antes cuando ni éramos 50. ¿Voz de trueno, voz con aire o voz de lana con la carne? Que les guste, que facture y ser la cara en el colgante.
Querés al drogadicto, al inmaduro, al que no piensa, siempre duro al educado, al insolente, al distinto o al conciente el prepotente, el satisfecho, agradecido o con despecho el que te lo hace bien o no importa porque es él. Que le guste a la prensa o que invite a la fiesta Que lo expriman y no sepa porque llega a donde llega. “Tiene que tocar no se tiene que quejar” “Lo merece por meterse en la casa de la gente”.
Y si se derriten los rayos del sol quiero que llueva cerca para lavar de inconciencia mi piel y la belleza.
¿Quién va a soñar un sueño? ¿Quién tiene la respuesta? Esta voz, sin tu voz no suena igual.
¿Querés que sea lo que soy o la absurda fijación de tanta falta de confianza todo en una sola espalda? Son canciones, ya lo sé, no son muchos los que ven que la tinta en poesía puede darnos la salida. Voy a confesar: Soy un tonto que en verdad todavía cree que el mundo se puede cambiar. No hagas ruido sin pensar en la ruta el mismo andar va a mostrarnos el camino que nos toca transitar.