No se puede prohibir, ni se puede negar el derecho a vivir, la razón de soñar... No se puede prohibir, el creer ni el crear, ni la tierra excluir, ni la luna ocultar... No se puede prohibir, ni una pisca de amor, ni se puede eludir que retoñe la flor... Ni del alma el vibrar, ni del pulso el latir, ni la vida en su andar... No se puede prohibir.
No se puede prohibir, la elección de pensar ni se puede impedir, la tormenta en el mar... No se puede prohibir, que en un vuelo interior un gorrión al partir, busque un cielo mejor... No se puede prohibir, el impulso vital, ni la gota de miel, ni el granito de sal... Ni las ganas sin par, ni el deseo sin fin de reir, de llorar, no se puede prohibir.
No se puede prohibir, el color tornasol de la tarde al morir, en la puesta de sol. No se puede prohibir, el afán de cantar, ni el deber de decir lo que no hay que callar... Sólo el hombre incapaz de entender, de sentir ha logrado, al final, su grandeza prohibir, y se niega el sabor y la simple verdad, de vivir en amor y en total libertad... Si tuviese el poder de poder decidir... Dictaría una ley... ¡Es prohibido prohibir!