Tus ojos han quedado grabados en los míos, sus dulces brujerías volcaron al mirar, hay luz en tus pupilas de todos los estíos, lucero que en mis noches los veo parpadear. Heraldos de pasiones, rutilan como extrañas luciérnagas que llevan la llama del amor... Tesoros custodiados por sedosas pestañas... teorías impregnadas de ensueño arrobador.
¿Gitanos son acaso por sus destellos, dime? ¿O son los de una mora presa del español? Es algo tu mirada que mata o que redime, que hiere si se mira corno encandila el sol... Puñales que en las luchas se yerguen iracundos buscando al pobre pecho con ansias de clavar. Ensartan corazones, los dejan moribundos... ¡Ah!... Espejos donde el alma se asoma a coquetear.
Si entornan sus pupilas, la luz que los anima se pierde entre los astros y la constelación adquiere nuevos brillos... Aunque mi pecho gima por verlos siempre abiertos, yo doy mi corazón. Pues ellos van contando las horas venturosas que pasan a mi lado rimando una canción, sus párpados abiertos son pétalos de rosas que ofrecen dos luceros a mi desolación.