El viento de la mañana me sonaba su clarín me sacaba de la cama llamándome desde su hueco que encontraba en la ventana cuando viví en las afueras había un bosque a donde quiera y por ahí tenía mi casa
Me acompañaba en mis marchas cuando no iba nadie más y el viento hacía con las ramas y hojas señales y vueltas y era compañía incansable toqueteando aquí y acá revisando todos lados donde colarse pudiera en mi expedición del valle volviendo del aserrín revolviendo la hojarasca y rechinando la madera
Lo recuerdo y lo sé tirando del pelo de mi amor derribando algo y huyendo a la carrera bromeando con los sombreros y empujándome el portón que atrancamos porque el viento no lo abriera.
El que se alejó bailando a tropezones y traspiés entre troncos y tocones dando vueltas y revueltas
ese tipo de sujeto que desconecta la luz y justo cuando temes algo es el que es el que sonriendo te apaga la vela.
Un día cambiamos de casa y venimos a la ciudad la mudanza trajo muebles y a nosotros con maletas.
En la casita del bosque no nos pudimos quedar nos echaron, muchas gracias y hasta pronto, vuelvan, vuelvan
Bajo el pino la casita que se alcanzaría a mirar si las copas de los árboles se inclinaran apenas tiene como tres docenas de meses sin dar señal ya no se abren sus ventanas ni hecha humo su chimenea quizá el viento habrá silbado tal vez se sentó a esperar antes de olvidarme para siempre y seguir sus piruetas
Lo recuerdo y lo oigo regando los trastos del taller acarreando hojas y alzando tolvaneras y oigo mecerse a los pinos cuando escuchan la canción que murmura mientras peina a la ladera.
El que sopla por las tardes y es el que volcó el mantel derramando en un instante limonada y servilletas
Ese tipo y ningún otro es quien se ha dedicado a hacer todo tipo de trastadas maniobras y jugarretas.
El que se alejó bailando a tropezones y traspiés entre troncos y tocones dando vueltas y revueltas ese tipo de sujeto que desconecta la luz y justo cuando temes algo es el que es el que te empuja y azota la puerta.