Hace ya algunas semanas, que me lleva las mañanas descifrarte en tu mirada y en tu voz.
Que nunca he sabido cuánto me has contado y cuánto no, cuánto solamente lo imagino yo. Cuánto tiene de ser cierto, el paso a tus parques abiertos y a las frescas sombras de tu pabellón.
Luego todo lo responderĂa esa tarde que me des, aunque solamente seapor una vez. De entre amores y distancias, de entre sueños sin sustancias, y entre todo lo que no ha llegado a ser.
Si me dieras una tarde para conversar mejor, desdibujando las ropas con que vistes tu rumor, podrĂa mirarme en tus ojos si te asomas hasta mĂ, si te dieras una tarde una tarde por aquĂ.
Si te tuviera una tarde para abrevarme en la voz, murmurante de tus fuentes una tarde para dos. Una tarde para siempre por las tardes que no estás, por las tardes que no han sido, y por las que ya no te vas.
Una tarde solamente de tu vida, tan sólo un instante de tu juventud. Unas horas de tus horas y salidas, al quizás de un mutuo encuentro que logremos ver adentro uno del otro un quizás, que tú volvieras realidad.
Una tarde que me dieras, cualquier tarde de este mes, para tardarme intentando llevarte una y otra vez, aplicando con mis labios en tus labios de canciĂłn, la balada del encuentro del verano con la flor.
Sólo dame alguna tarde y yo me vuelvo una canción en tus labios, procurando y sorprendiendo por todo el atardecer, tu sonrisa más bonita si te dejas conocer.