Llevaba un saltamontes y una espiga idéntico disfraz al campo que tostaban polvo y sol si acaso dedicándose un cantar como un saltamontes canta con monótona igualdad.
El viento que llevaba a la pradera con cansancios y pesares sorpresiva soledad solo ruinas tierras viejas de curtirse al sol y tardes de campiñas ¿Para quién cantaba yo?.
Yo soy pues el saltamontes que le canta a la llanura cuando sopesa de sueño y de calor cuando mecen con las tardes los sopores de las tumbas de otros saltamontes que hubo antes que yo.
Luego me fui como aquel que se desangra como aquel que todo teme y todo debe al porvenir casi sigo siendo el mismo si no fuera porque ayer me hallé un ejemplo que se empeña en ser feliz.
Una duda tiene el canto en su destino y una y griega hay en la brecha que elegir y una cruz hay en la ladera y el silencio que apretaba entre los dientes cuando halle mi nombre ahí cuando dejaré mi tierra ha de ser siempre un acertijo cuando habrán de oír que digo la verdad y el camino que no acaba y me devuelve a donde mismo ya me estoy desesperando de intentar.