El viento en las ramas murmura sin voz entre lamentos y quejas y a veces se puede oír con atención ecos de historias que dejan. Un día por la tarde escuché una canción que hablaba de las sequías de la sed del bosque que se marchitaba al calor de esos largos días. Y otoño se internó en los bosques y fue soplando una flauta vieja y hablaba a los árboles y al corazón oscuro de la madera y hablaba a los árboles y al corazón oscuro de la madera. Aquel que le oyera y pudiera seguir sus pasos por las laderas contó que marchaba camino a la mar, camino a la mar eterna. contó que marchaba camino a la mar que hay al confín de la tierra. Y el bosque que nunca dejó su lugar que le alimenta y le guarda permitió que al menos sus hojas marcharan a probar de aquellas aguas. Desnudas quedaron las ramas al soplo de algún flautín de madera y aquel que se interne en el bosque hallará que sólo pisa hojas muertas. Si otoño se marcha camino a la mar y el bosque suspira y vuela en sus sueños sin ojos que nunca verá las hojas que el viento lleva. Si otoño te engaña y te dejo partir ¿adónde irás, mi pequeña? detrás de un flautista camino a la mar o antiguas baladas que deja escuchar mi llanto por las laderas.