La llamada de Guillermo no fue un ejemplo de casualidad. Él es mayor, que yo unos años, ya no pensé que se fuera a casar. En la boda de primo Guillermo algo de mí me lo volví a encontrar.
La recepción reunió en la tarde árboles, sombras y un jardín con un sinfín de rostros tan queridos que hoy se agigantan ante mí.
La foto con mis hermanos, yo abrazo a m tía me hizo falta la voz del tío que ya no está pero por los que se van vi las sonrisas nuevas rostros infantiles, aire familiar. Mi abuela habló con su hermano y se lo dijo todo chistes que en la mesa subían de color. Fue cayendo la tarde que huyó en tonos rojos entre bailes, música, ruido y color.
La boda de primo Guillermo no fue un evento de casualidad. Hubo algo como el amor de novios y reencuentros que Guillermo armó y para cuando la noche hubo recuerdos que la luna iluminó.
Primo, sabías que aún guardo unos soldados que no han ido nunca a un campo de batalla para cuando ande contigo yo no sé dónde cavar trincheras a las que quieras mirar, si, eras mi hermano mayor y yo que no recuerdo cuando dejaste de jugar.
Sería en la escuela o las fiestas no teníamos novia ni teníamos otra cosa que soñar. Soñar en esos caminos que llevaban lejos, y que nunca nos volvieron a juntar.
La boda de Primo Guillermo me citó para celebrar
En la boda de Guillermo las copas que me tomé de más llevaron mi alma a sus extremos y desbordaron mi felicidad me repuse con un día de asueto pero el recuerdo permanecerá.