Las visitas a mi abuela Me gustaban de mañana Con ese modesto encanto De un almuerzo familiar Con un sol siempre asomado En la boca de las ventanas Despintando año con año Las paredes del solar.
Y en un rincón del jardín Donde crecen las gladiolas Se maduran lentamente Los botones y las horas. Los muros y sus rincones Visten musgo y otras cosas Cosas para las que el tiempo Pasa, pero se demora.
En la casa de mi abuela Los muebles huelen a antaño Porque desde que recuerdo se han sentado ahí los años y mi abuela los ha visto como nunca los vi yo ocupando unos lugares que la familia dejó.
En la casa de mi abuela Los retratos se codean Se hacen de los reconeos Y en los muros, cuchichean. Siempre encuentro conocido El cuadro de algún familiar Rostros jóvenes de viejos Que fueron quedando atrás. Cuando acaba la mañana Y en la casa de mi abuela Todo el aire vespertino Trae al patio por la puerta Y en un rincón del jardín Donde crecen las gladiolas Se maduran suavemente Los botones y las horas.
Me hallé en casa de mi abuela Desde niño la manía De admirar las pertenencias Que fueron de la familia. Sombreros, muñecas, ropa Cartas, cajones cerrados Cada objeto es un tesoro De secretos olvidados.
De preguntas sin respuestas Está lleno su ropero De ropa limpia y doblada Fotos, llaves y recuerdos De respuestas sin preguntas Se ha llenado el tocador Y un espejo que le enseña Lo que el tiempo le aguardó.
La tarde sabe a nostalgia En la casa de mi abuela Cuando plancha y yo pregunto Cuando llora y se recuerda Y en un rincón crecen las gladiolas Se maduran dulcemente Los botones y las horas.
Cuando el sol se está ocultando La luz tardía se recuesta Las sombras se alargan tanto Que trepan por la pared Cada objeto crea una mancha Que cruza la casa vieja Concediendo a lo que toca La ansiedad que da la sed.
En la casa de mi abuela Existe un cuarto de visitas Para darle al que ha llegado Un sitio donde pueda estar Donde acude a cada noche Ese silencio que lo habita Porque hace mucho que nadie Se ha quedado a descansar.
Cuando la noche se asoma Y en la casa de mi abuela Se entrecierran las ventanas Y los ruidos se develan Todo en sombras murmurantes Y crujidos de madera Que nunca se acomodaron Y nunca han estado quietas.
Conforme pasas las horas Hasta el viento tiene pena De aplacarse en esta noche De extraña movilidad Sin sentir la expectativa Fue en la casa de mi abuela Donde se mueve el encanto Que nos trae oscuridad.
Desde el jardín de la casa veo su mole silenciosa escondido en sus pasillos sombras que vienen y van veo a gente que la habitaba me veo yo, cuando era niño todo se marchó dejando a mi abuela y los que no están.
Veo de niño su ternura Todo ese amor que regó Con la paciencia y dulzura Que cultiva el sembrador Y en su rincón del jardín Donde crecen las gladiolas Se maduran tardíamente Los botones y las horas.
Hoy la casa tiene un cuento Que recorre los pasillos Que habla lo que va pensando Y que olvidó que tiene edad Y al pensarlo me pregunto Me pregunto y me repito ¿Cómo entrar en esta casa si mi abuela, un día no está?