Una cosa digo si su señoría me permitiera y se guardara de momento su manual en la mollera. Si ha venido al mundo alguien para algo, no soy yo; pero guardo la costumbre de cantar por donde voy. Yo he venido por caminos donde se gasta la noche, donde la Luna y el vino se festejan con desorden. Y he aprendido lo que sé, que si no es mucho, es suficiente para tomar cada día lo que al cabo me contente. Apurado y presuroso solamente voy de paso, como pasan por el bosque los senderos intrincados. Por las tierras altas y las sólidas colinas, por mis cortas barbas, si no me placen las vistas. Debí ser hijo de halcones y morar cumbres y cimas, y avistar a los viajeros en pie como las encinas. Pero no soy sino un diablo al que no le preguntaron, como así ocurrió con todos, ya me estoy acostumbrando. A las restricciones de mi humana condición, y a un mañoso nombre, el de animal superior. Yo que no soy emisario ni de nombres, ni de suertes, ni señor del habitat de lo que atrapo con los dientes. Más de una vez me he marchado aventurero y errabundo, como tantos que se fueron porque ya no creen al mundo. Apurado y presuroso, solamente voy de paso, como van contando historias los juglares y los bardos. Cuando mi canción se afloja, cuando me detengo el paso, no voy dejando la ruta, sólo me tiro un descanso. Fue hay días para andar sin pausa y hay días que se nos detienen, yo me repongo estos días para todos los que vienen. Me gusta el azul del cielo, el aire helado y me asombra la luz que me deja ciego y siempre me guardó una sombra. Para otoño, cuando el bosque se ha alfombrado de oropel, y el aroma de madera se hace del atardecer. Soy cigarra cancionera que aún se burla de la hormiga, soy un gusano de tierra, pujante y lleno de vida. Serán los paisajes ricos o la tarde con sus gamas, que los versos rinden probos y entretienen en la marcha. Y ajustándose a mi paso y al camino que al fin falta, los cantares se me llegan como cumplen las distancias. Apurado y presuroso, solamente voy de paso, como pasan por el bosque los senderos intrincados. Como van contando historias los juglares y los bardos; como pasan en otoño los peregrinos gusanos.