Todo fue principio enero para levantar el vuelo, así no más, vino a pasar el tiempo de empezar. Entre ventiscas y heladas, vi asomado a la ventana de una calle poco frecuentada por el sol. Como se marchó febrero, que ahora ya no era el primero de los tantos meses que me llevan a través de una vida sin planes para después. Cuando marzo y primavera, se compuso el tiempo afuera y uno siempre siente sed, al menos de probar. Con suerte hay abril y viento, y se sustente un pensamiento libre y sin pronósticos de volverse a nublar. Claves de todas las aves cosas de las mariposas. Todo lo que clama, invita, y va a revolotear. Cuéntenme el secreto, enséñenme a volar.
Semejamos papalotes, aguantándonos los botes que suscita el viento a todo el que bromea con él. Nuestra propia mano guía un viaje aéreo a medio día y vuelo sujetando felizmente mi cordel, en mis sueños del cometa de papel.
Cuelgo del cielo de mayo que me mira de soslayo el tiempo que, dura mi vuelo cosa que no sé. Como no sé cuánto dura me preocupo y no me apura pero, si te soy sincero me gusta volar. Y acunarme en las corrientes y sortear los derrepentes y las buenas horas que me he sentido elevar no las tiro a cambio de seguridad.
Sólo somos papalotes eludiendo los rebotes que nos manda el viento a todo al que juega con él. Si tu propia mano guía un alto vuelo a medio día y vuelas sujetando suave y firme tu cordel, hoy invita el viento: ¡ven y ya móntate en él! Levantemos los cometas de papel.