Manos, ojos y regazo, de aquella fiel compañera. Nido alegre hecho pedazos, mi alma y mi vida entera. Después de triste camino, pa'l camposanto 'e la sierra, en una caja de pino ayer la dejé bajo tierra.
Doblé la frente, sin saber adónde ir. Y al pie cruz, gemí: Por Dios, ¿qué hacer?
¿Pa' qué mirar al cielo que no iba a darme nada? Clavé derecha al suelo la ansiedad de la mirada. Y comprendí que era yo apenas un cantor. Y le envidié al linyera, por la tierra, su hondo amor.
¡China mía, que he enterrado, no puedo dejarte sola! Hoy tu cantor ha cambiado por un arado tu viola. Y en la extensión la mirada y el surco siendo mi huella, la tierra será mi amada porque estás vos bajo d'ella.
Un canto nuevo es el que da tu payador. Un canto recio y esforzao de agricultor.
Florecerás en trigo que sembrará mi mano, y así estarás conmigo cuando vuelque su oro el grano. Pa' hacer el gran milagro de su resurrección, ayuden a este gaucho, compañeros, lluvia y sol.