Salgan, amigos, de su engaño, si piensan, como antaño, llevarme de farra. Sigan de largo por mi puerta, que ya no estoy alerta ni espero a la barra. Algo más lindo que la calle, que el trago y que los bailes de adentro me agarra. Dos manitas son, en el mismo umbral, las que pueden más que yo.
Porque ahora tengo un pibe que es mi vida y mi ilusión, que apacigua con ternura tanta locura. A mi casa trajo el cielo, ángel de mi corazón, y me tiene prisionero, ¡tan a gusto, compañeros que me quedo en la prisión!
Sigan, mis viejos camaradas, sembrando carcajadas camino adelante. Rían, conozco esa alegría que pone, al otro día, más triste que antes. Déjenme al borde de esta cuna cuidando mi fortuna con ojos amantes. Yo me quedo aquí, nada iré a buscar, más no puedo pedir.