Se fueron los sesenta, y los años de inquietud, imágenes pasadas, sueños de juventud. Cuatro amigos en el bar, coche, estrés y diversión, horas muertas, vídeos y televisión.
Y quién no te recuerda, muchacho de Tiananmen, los tanques has parado, tu cara no pude ver. Tal vez no pensabas que te dejabas allí la piel, pero abriste el surco de la libertad.
Solo, estabas allí, como jóven de nuestro tiempo, estabas allí, tú parabas la absurda realidad: David frente a Goliat.
Amigo que hoy estudias en la Universidad, la paz desde las aulas quieres manifestar porque ya no puedes ver más violencia en tu ciudad, y odias el silencio de complicidad.
Si un día no tuvieras fuerzas para luchar, desesperarías, quisieras abandonar, piensa bien en Tiananmen, un muchacho como tú, con tesón tu desafío vencerá.
Puedes llegar a ser artífice de un mundo sin falsedad, contra la mafia de la hipocresía. Y tú solo no estarás, en tus filas están luchando muchos más como tú contra los tanques de la falsedad: tú David, David frente a Goliat.