Maestro de la viola prodigiosa curtida en la milonga payadora, guitarra donde vuelven afanosas, tus manos, que en sus cuerdas se demoran.
Palermo fue tu origen, la partida hacia los rumbos donde te largaste, seis cuerdas custodiaron la guarida del hueco musical que alucinaste.
Soltando tu ritual pajarería; milongas, tangos nuevos y esa plena jugada y remosada melodía, volcaste tu temblor y tu alegría eterna de crear, mi viejo Avena, lo tuyo es otra forma de poesía.